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Sura Ad-Duhâ (La Mañana) - Nº 93

Sura Ad-Duhâ (La Mañana) - Nº 93

La sura fue revelada en La Meca; consta de once aleyas.

Contenido y mérito de su lectura

Esta sura mequinense, según la referencia de algunos hadices, fue revelada cuando el Profeta (PB) se sentía preocupado, por el largo tiempo que había transcurrido sin haber recibido nuevas revelaciones y cuando la oposición de los enemigos se había incrementado, fue revelada y cual una lluvia de misericordia, se posó en el corazón puro del Profeta, brindándole un nuevo fervor y cortando la lengua de los maledicientes.

El capítulo comienza con dos juramentos y luego albricia al Profeta (PB) que Dios jamás lo ha abandonado y que lo agraciaría hasta que estuviera satisfecho. Al final, le recuerda su pasado, el trato misericordioso y el apoyo que Dios le brindó en los instantes más cruciales de su vida.

Las últimas aleyas le ordenan, (a modo de gratitud a tales mercedes), ser compasivo con los huérfanos y los necesitados y recordar las gracias de Dios hacia él.

A fin de expresar el mérito de su lectura, nos basta con exponer el siguiente hadîz del Profeta (PB): “A quien la recite se le contará entre aquellos de los cuales Dios está complacido y gozará de la intercesión de Muhammad. Además se le computarán diez hasanât (recompensa por cada acto benévolo a un huérfano o indigente). Todo este valor es para quien la recite y la lleve a la práctica.”[1]

Numerosos hadices, afirman que esta sura y la siguiente es una misma y que si alguien quisiera leerla luego del Fâtihah en una oración obligatoria debe leer ambas. Si profundizamos en el contenido de cada una de ellas, podemos deducir que la relación de sus temas es tan grande que con certeza una es la continuación de la otra, a pesar de que se interponga la frase “En el Nombre de Dios, El Compasivo, El Misericordiosísimo”.

La mayoría de los sabios, afirma que en la oración no pueden ser recitadas individualmente (a modo de precaución).

Nº 93 - Sura ad-Duhâ (La Mañana)

Bismil lâhi ar rahmâni ar rahîm

1. Uad duhâ

2. Ual lailil idha saÿâ

3. Ma uad da'aka rabbuka ua mâ qalâ

4. Ua lal ajiratu jairun laka minal ulâ

5. Ua lasaufa iu'tika rabbuka fatardâ

6. Alam iaÿidka iatîman fa auâ

7. Ua uaÿadaka dâl-lan fahadâ

8. Ua uaÿadaka ‘â'ilan fa-agnâ

9. Fa ammal iatîma falâ taqhar

10. Ua ammas sâ'ila falâ tanhar

11. Ua amma bini‘mati rabbika fahad-diz

v  v   v

En el nombre de dios, el compasivo, el misericordiosísimo

1. Por la media mañana

2. Y por la noche cuando se serena

3. Que tu señor no te ha abandonado ni te aborrece

4. Y sin duda que la otra vida será mejor para ti que la presente.

5. Pronto te agraciará tu señor hasta que te satisfagas.

6. ¿por ventura no te halló huérfano y te amparó?

7. ¿y te encontró extraviado y te encaminó,

8. Y te halló necesitado y te enriqueció?

9. En cuanto al huérfano no le maltrates

10. Ni tampoco rechaces al mendigo.

11. Pero divulga pues la merced de tu señor.

Ocasión en la que tuvo lugar su revelación

Respecto a la cuestión de su revelación, han sido transmitidos numerosos hadices, de los cuales el siguiente sería el más acertado; dice Ibn ‘Abbâs: “Habían transcurrido quince días y la revelación no llegaba, decían los inicuos: “El Dios de Muhammad lo ha abandonado y aborrecido, si en verdad fuera su Enviado, el Mensaje debería revelarse sin interrupción alguna”. Aquí fue cuando la sura fue revelada”.

Según una interpretación, cuando la misma se reveló el Profeta (PB) le dijo a Gabriel: “Te retrasaste y yo ansiaba verte.” Y le dijo Gabriel: “Yo lo ansiaba más aún, pero sólo soy un siervo obediente y no desciendo sino con la anuencia de mi Señor”.

Se relató que un grupo de judíos visitó al Profeta (PB) y le preguntó por el Bicornio, por los discípulos de la caverna y por la creación del alma. Dijo el Profeta (PB): “Mañana, vuestros interrogantes serán respondidos”, pero no agregó la frase “Inshâ’ Al·lâh” (si Dios quiere), y ese fue el motivo del cese de la revelación.

Y luego, sobrevino la maledicencia de los opositores, entristeciendo todo esto al Enviado de Dios (PB).

Luego la sura fue revelada como un consuelo.

Esta versión resulta remota, puesto que las entrevistas de los judíos con el Profeta, se hicieron generalmente en Medina y no en La Meca.

Otros hadices, señalan la versión de que un grupo musulmán preguntó: “Oh Enviado de Dios (PB), ¿por qué no recibes el Mensaje?”. Respondió: “¿Y cómo pretendéis que lo reciba si vosotros no atendéis vuestra purificación debidamente?[2] (El Profeta aprovechó esta oportunidad para hacerles notar sus faltas e intentar que las corrigieran).

En cuanto al tiempo de duración del cese, existen diferentes versiones: unos dicen que duró 12, otros 15, 19, 25 ó hasta 40 días; otros afirman, que no se prolongó por más de dos ó tres días.

Pronto te agraciará tu Señor hasta que te satisfagas

Al inicio de esta sura, nos encontramos con dos juramentos; en uno se jura por la luz y en otro por la oscuridad.

1. Uad duhâ

1. Por la media mañana

2. Ual lailil idha saÿâ

2. Y por la noche cuando se serena

La palabra Duhâ”, significa iniciación del día, momento en que la luz solar ya lo abarcó todo. Esto es en realidad la plenitud del día, es como la juventud en la vida del ser humano. Este momento, no es tan cálido durante el verano y en el invierno llega para romper la intensidad del frío, es en esta hora, cuando el alma del hombre ya está lista para realizar cualquier actividad.

El vocablo “Saÿâ”, que proviene de la raíz “Saÿw”, significa tranquilidad y quietud, y también se la usa como cubrir u oscurecer, por lo tanto, cuando amortajan a un muerto lo llaman “Masÿâ”, pero aquí tiene su significado original que es tranquilidad y quietud, es así que a las noches en las que no hay viento se las llama “noches tranquilas” y a un mar quieto se le llama “Bahrun sâÿ”.

Específicamente en esta aleya, se la ha utilizado con significado original. Naturalmente la noche, brinda sosiego al espíritu y lo prepara para el trabajo de la mañana y los días que le siguen.

Por este motivo, se la considera una importantísima merced que merece ser objeto de juramento.

Entre ambos juramentos y aquello por lo que se jura, existe una cercana y similar relación. El día es como la revelación al inmaculado corazón del Profeta (PB) y la noche se asemeja al provisional cese del mensaje que también resulta necesario en determinadas ocasiones.

Tras hacer dos juramentos, el Corán menciona la meta de los mismos:

3. Ma uad da'aka rabbuka ua mâ qalâ

3. Que tu señor no te ha abandonado ni te aborrece

La palabra “Uadda'a”, proviene del infinitivo “Taudî‘” y se define como abandonar y despedir; mientras “Qalâ”, significa congoja intensa, enemistad, y de la raíz “Qalû”, significa arrojar. Râgueb (autor del diccionario “Mufrâdat”) cree que todos estos significados, vuelven a uno solo, puesto que a aquel con quien estamos enemistados, es como si el corazón lo arrojara y no lo aceptara. De cualquier modo, esta expresión es un consuelo y una tranquilidad para la persona del Profeta Muhammad (PB), para que supiera que, si en algún momento la revelación se interrumpía, sería por razones que sólo a Dios conciernen y jamás sería una señal de aborrecimiento por Su parte; que él siempre estará bajo los Favores y las especiales atenciones de Dios, y que Él le brinda constantemente su particular protección.

4. Ua lal ajiratu jairun laka minal ulâ

4. Y sin duda que la otra vida será mejor para ti que la presente.

 Permanecerás en este mundo, bajo las mercedes divinas y en el otro mundo, recibirás aún mayores recompensas; serás amado en esta vida y más amado aún en la otra.,

Algunos intérpretes dicen que “Ajirat y Ulâ”, hacen referencia al comienzo y el final de la vida del Profeta (PB).

Han dicho que la aleya, se refiere a que en el futuro de su vida obtendría más éxito. Un indicio de ello, sería la extensión y propagación del Islam, los reiterados triunfos de los musulmanes sobre los enemigos, el crecimiento del árbol del monoteísmo y la eliminación de los efectos de la incredulidad y la idolatría. No existe ningún obstáculo que impida considerar ambas interpretaciones.

5. Ua lasaufa iu'tika rabbuka fatardâ

5. Pronto te agraciará tu señor hasta que te satisfagas.

Y ésta, es la más elevada gracia y el más alto respeto de Dios hacia éste, su particular siervo.

En este mundo, triunfarás sobre tus enemigos; tu religión será universal y en la otra vida gozarás de las mejores gracias. Sin duda alguna, la complacencia del Profeta (PB), como sello de los profetas (P) y líder de la humanidad no sólo está en su propia salvación; él recién se complacerá, cuando sea aceptada su intercesión por su comunidad. Por este mismo motivo, dicen las transmisiones, que esta aleya es la que brinda mayor esperanza y es un motivo para la admisión de su intercesión.

En un hadîz del Imam Al-Bâqer (P), que por su parte relata de su padre el Imam Zain Al-‘Âbidîn (P), quien a su vez relata de su tío Muhammad ibn Hanafîiah y éste de su padre el Príncipe de los Creyentes ‘Alî (P), se relata que:

Dijo el Enviado de Dios (PB): “Me detendré en Mauqif ul-Shafâ‘at -estancia de la intercesión- e intercederé por los pecadores, hasta que Dios me pregunte: ¿Estás satisfecho Muhammad? y yo le responda: Estoy complacido”. Luego, el Príncipe de los Creyentes (P), se dirigió a un grupo de la gente de Kufa y dijo: “Vosotros creéis que la aleya que brinda más esperanza es la que dice: “Diles: ¡Oh siervos míos, pecadores! no desesperéis de la misericordia de Dios, ciertamente Dios perdonará todos los pecados; porque es Indulgentísimo, Misericordiosísimo?”  (Corán 39:53). Dijeron: “Sí”. Dijo: “Sin embargo los de Ahl-ul Bait, creemos que la que más esperanza nos brinda, es la que hemos mencionado con anterioridad, es decir: “Pronto te agraciará tu Señor hasta que te satisfagas”.[3]

Obviamente la intercesión del Profeta (PB) requiere condiciones. Ni él intercede por cualquier persona, ni cualquier pecador puede conservar la esperanza de ello [4]

Dijo el Imam As-Sâdeq (P): Entró el Profeta (PB) a casa de Fátima (P). Ella vestía un áspero vestido de lana de camello. Con una mano molía el trigo y con la otra sostenía a su hijo mientras lo amamantaba. Los ojos del Profeta (PB) se bañaron en lágrimas. Le aconsejó: “¡Oh hija mía!, tolera la amargura de esta vida por la dulzura de la otra, porque Dios me ha comunicado: “Te agraciaré hasta que te satisfagas”.[5]

La razón del cese de la revelación

Del conjunto de las aleyas arriba mencionadas, se esclarece que todo lo que el Profeta (PB) poseía, venía de parte de Dios y que incluso, no le era posible disponer en cuanto a la revelación del mensaje se refiere. Cuando Dios lo disponía, la revelación podía cesar y cuando lo deseaba podía restablecerla. Probablemente esta interrupción, haya sido una respuesta para aquellos que solicitaban al Enviado de Dios (PB) los milagros que se les antojaban, o le proponían modificar una orden o aleya. El Profeta (PB) siempre respondía que no tenía autoridad alguna para tal fin. Una prueba de ello es la siguiente aleya que dice: “Mas cuando se les recitan nuestras lúcidas aleyas, quienes no esperan nuestra comparecencia dicen: “¡Preséntanos otro Corán que no sea éste o bien modifícalo!” Diles: no me incumbe modificarlo...” (Corán 10:15)

En gratitud ante tantas mercedes

Como ya hemos dicho, la finalidad de esta sura fue consolar al Profeta del Islam (PB) y recordarle los favores con que Dios lo había agraciado. Por tal motivo menciona tres de sus mercedes y luego, le da tres órdenes trascendentes.

6. Alam iaÿidka iatîman fa auâ

6. ¿por ventura no te halló huérfano y te amparó?

 “Estabas en el vientre de tu madre, cuando tu padre Abdul·lâh falleció y entonces hice que crecieras en los brazos de tu abuelo ‘Abdul Muttalib. Tenías seis años cuando tu madre falleció, no obstante aumenté el amor y el cariño hacia ti en el corazón de tu abuelo. Cuando éste murió, tú sólo contabas con ocho años de edad. Puse a Abu Tâlib a tu servicio, para que te cuidara y te protegiera como si fueras su propio ser.

Sí, tú eras huérfano y Yo te amparé”.

Algunos, han interpretado la aleya de diferentes maneras y la misma no concuerda con su apariencia. Han dicho: Aquí “Iatîm”, significa aquel cuya nobleza y mérito no tienen igual, así como a una joya inigualable se le llama “durr iatîm”; entonces el sentido de la aleya sería: Dios te halló inigualable en nobleza y virtudes y por ello te eligió y otorgó la profecía.

Otra versión señala que el sentido sería: ¡Oh Profeta (PB)!, fuiste huérfano, pero finalmente te convertiste en refugio de huérfanos y guía de los hombres.

No cabe lugar a dudas que la primera versión es la más acertada y la más concordante con lo aparente de la aleya.

7. Ua uaÿadaka dâl-lan fahadâ

7. ¿y te encontró extraviado y te encaminó,

 “Sí, tu jamás fuiste conciente de la profecía y el Mensaje. Yo arrojé esa luz en tu corazón y es a través de ella que orientas a los humanos”.

Dice a ese respecto el Sagrado Corán: “Así es como te revelamos Nuestro Mensaje antes del cual, no sabías lo que era el Libro, ni la Fe, pero hicimos de él una guía, mediante la cual iluminamos a quien nos place de nuestros siervos. Por cierto que tú encaminarás a los hombres a una vía recta.” (Corán 42:52)

Es obvio que la profecía fue una merced con la que Dios agració al Profeta (PB). Fue Dios quien tomó su mano y lo encaminó hacia esa jerarquía.

“Nosotros te relataremos ¡oh Mensajero! la más hermosa de las historias al revelarte esta sura coránica, si bien antes de ella eras de los desatentos”. (Corán 12:3)

Naturalmente el Profeta (PB), jamás hubiese alcanzado la profecía si la orientación divina y los auxilios celestiales no tomaban su mano.

(ver la contibuación en archivo pdf)

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