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El propósito de la religión

El propósito de la religión

Pregunta: ¿Ha venido la religión para encarcelarnos o para liberarnos?
Respuesta Concisa
La libertad, desde el punto de vista de la religión puede estudiarse bajo dos títulos: La libertad espiritual y la libertad sociopolítica. Según la perspectiva espiritual, la esencia del hombre o su ser inmaterial está libre de corporalidad, materialidad y de rasgos materiales. Siente nostalgia por su lugar de origen, la dimensión del Dominio y el mundo espiritual. Pero debido a la adherencia de su alma al cuerpo, se regocija con los asuntos materiales mundanales. El hombre no tiene opción excepto buscar la perfección por medio de los medios que este mundo le permite, porque este mundo es el campo de siembra para la otra vida. Sin embargo, la mayoría de la gente tiende a ver al mundo como si fuese algo independiente e ignoran su verdadero valor, el cual está relacionado con la otra vida. Es por eso que son atrapados por las frivolidades y placeres triviales y estos les impiden ascender a niveles de perfección. En lugar de concentrarse en la esencia y la realidad de las cosas, se distraen y creen que los fenómenos tangibles son la realidad última—olvidándose del malakūt (dimensión celestial) y la realidad espiritual de las cosas. Es en este orden de ideas que los buscadores del mundo material perciben la libertad como algo igual al disfrute de los placeres del mundo sin restricciones, en tanto que la verdadera libertad yace en desenredarse de las trampas de los bajos deseos (lujuria) y es esta libertad la cual promueve la religión. Según el punto de vista religioso, inclusive el rey poderoso que constantemente expande su imperio, puede ser un esclavo, esclavo de sí mismo, en tanto alguien que viva en absoluta pobreza puede poseer la soberanía absoluta.
En conclusión: Lo que persiguen los buscadores del mundo material es la ilusión de una libertad imaginaria, pero aquella a la cual exhorta la religión es la verdadera libertad.
Con respecto a la libertad social y política, el Islam ni aboga por la libertad radical y la anarquía, ni lo hace para compeler al creyente a que se someta a toda clase de circunstancias externas y poderes injustos, algo que pisotearía su dignidad.
Puede decirse que en el Islam existen las libertades sociales e individuales pero con una cualificación que esencialmente las diferencia de aquellas que adopta la visión occidental. Porque el Islam se focaliza en Dios y como tal, le ordena al hombre que en su discernimiento intelectual y el uso de la voluntad, se refiera solamente a Él. En el campo de la elevación moral y el progreso cultural, el Islam exhorta a la comunidad humana a establecer justicia y les prohíbe a sus miembros pisotear los derechos unos a otros, en tanto que a la vez los exhorta a incrementar su esfuerzo intelectual con miras al correcto uso del conocimiento.
Respuesta Detallada
Según la idea que nuestro espíritu es en esencia inmaterial, está libre de materia, cuerpo y de cualquier propiedad corpórea. El espíritu del hombre no tiene longitud, ancho, altura ni profundidad, tampoco cualidades como el calor, el frio, las seis direcciones de orientación ni atributos de los cuerpos. El espíritu pertenece al mundo del “mandato” (‘alam al-amr) y se dirige hacia su propio mundo. Los seres de la dimensión de la existencia se encuentran o en el mundo de la creación y la materia o en el mundo del dominio, “mandato”, e inmaterialidad. Existe otro mundo más allá del mundo de los cuerpos, éste abarca a los seres que no están sujetos a cambios y no existen en el tiempo. Éste es el mundo del mandato que cubre, abarca y gobierna por sobre el mundo de la creación. Tanto el mandato y la creación pertenecen a Al-lah (S.W.T) como lo dice el Sagrado Corán:
¿Acaso no pertenecen a Él la Creación y el imperativo (mandato) creador? Bendito sea Al-lah el Señor de los mundos.[1]
El descenso del espíritu desde el mundo del mandato hacia el mundo de la creación significa que el alma humana en un sentido está prisionera en este mundo inferior (dunya). Sin embargo, es necesario que el hombre alcance la perfección en tanto está en este mundo y es debido a esto que se considera a este mundo como el campo de cultivo para el próximo. Se debe mirar a este mundo como si fuese independiente y como algo que mantiene al ser humano alejado de su viaje espiritual hacia el próximo mundo. Le hace olvidar inclusive acerca de la posibilidad de elevarse libremente dentro de las dimensiones supranaturales. Si el hombre persiste en esta miopía y comportamiento estancado, comienza a pensar que permanecerán en este mundo por siempre. Según las palabras del Imam ‘Ali (a.s.):
 “Aquel que observa al mundo con perspicacia, éste le dará sabiduría, y aquel aferre su vista en él, lo enceguecerá.”[2]
La vida de este mundo. Al-lah (S.W.T) describe a la vida de este mundo así:
 “En verdad la vida de este mundo es juego y vanidad y, si creéis y sois temerosos de Dios, Él os dará vuestra recompensa y no os pedirá vuestros bienes.”[3]
Juego o diversión es una acción cuyo objetivo es imaginario. Las acciones vanas son aquellas que hacen que el hombre olvide otras. La aleya significa que la vida de este mundo (la adherencia del alma al cuerpo) entretiene al hombre con si mismo hasta el punto que olvida lo demás. La causa de esto es el hecho que el mundo engaña al alma. Después de haberle engañado de esa forma, es natural que se desconecte del otro mundo y olvide la grandeza y belleza que existe en el mundo del mandato. De esta manera, se pasa la vida en diversión y banalidades. Se dirige hacia todo con fines imaginarios. Cuando llega a esos objetivos ilusorios, no encuentra nada.
Al-lah dice:
 “Y los actos de quienes no creyeron son como un espejismo en una llanura desierta. El sediento cree que es agua hasta que llega a ella y no encuentra nada. Y encontrará a Dios frente a él”.[4]
La persona que crea en la superioridad de todo lo material, dirige su atención siempre a las cosas tangibles y vive sin conocer los aspectos ocultos de las cosas. Dicha persona desperdicia su vida comiendo, bebiendo y jugando. Según las palabras del Sagrado Corán, ellos solamente conocen el aspecto aparente del mundo e ignoran el próximo mundo.
“Conocen lo aparente de la vida de este mundo y no prestan atención a la Otra Vida”.[5]
Pero la persona que observa el aspecto oculto de las cosas, toma su aspecto aparente únicamente como una señal de lo oculto. Cree que lo aparente es un caparazón que cubre la semilla oculta. Bajo ninguna circunstancia sacrificará a la semilla por la caparazón. Como lo ha dicho el Imam ‘Ali ibn Abi Talib (a.s.):
“Los amigos de Al-lah son aquellos que observan el aspecto oculto del mundo, en tanto que la gente común se fijan en lo aparente; se preocupan por el futuro en tanto que la gente están imbuida en las cosas pasajeras”.[6]
Aquellos que buscan el mundo suponen que la libertad significa alcanzar todos sus deseos mundanales y poseer riquezas ilimitadas. No son conscientes que en realidad si nos dejamos controlar por nuestra alma que ordena, nos veremos más y más atados a los grilletes de nuestro cuerpo material. Esto es así porque el alma carnal es ese aspecto del alma humana que le presta más atención a los deseos corporales y anhela habitar por siempre en este mundo.
En realidad, la libertad significa liberarse de las trampas de este mundo y de nuestros bajos deseos. Esta es la libertad por la que propende la religión. Según la religión, es imposible que alguien que sea el rey del mundo sea un esclavo atrapado por sus bajos instintos. ¿Cuántas personas existen que viven en la más precaria pobreza sin embargo son los amos de su propia voluntad? Si el poder del deseo y la ira se someten a la guía del intelecto, entonces, no solamente no corromperán el alma, al contrario, crecerán y serán beneficiosos. La verdadera Libertad es el dominio de la razón (sobre el deseo y la ira) en el reino del alma.
Según la religión, la esclavitud es el dominio de la ira y los deseos sobre el ser humano. Como lo dice el Imam ‘Ali (a.s.):
“¿Qué tanto un intelecto se encuentra prisionero de sus deseos?”
Esta gran personalidad también dijo:
“¿Acaso no hay un hombre libre entre ustedes que le dé esto (el mundo) a su dueño? Sepan que no hay más grande comercio para sus almas que el paraíso. Por lo tanto no vendan sus almas por menos que este (el paraíso).”[7]
Cuando un hombre se libera de sus bajos deseos, tendrá éxito en la sociedad y en sus actividades culturales. Como puede entenderse del Sagrado Corán, un hombre enfrenta a sus enemigos externos, y a su enemigo interno dentro de sí que quiere esclavizarlo. Liberarse de estos dos tipos de enemigos constituye las libertades interna y externa. Desafortunadamente, algunos grupos Sufís han exagerado en la libertad interna hasta el punto de olvidar al enemigo externo, es decir, los falsos Dioses del oro y el embellecimiento. Contrario a ellos, algunos grupos han gastado todas sus energías combatiendo a las fuerzas externas, buscando la libertad social. Piensan que toda limitación es causa de la esclavitud del hombre.
Otro grupo piensa que para que el hombre alcance la perfección, la felicidad y la libertad, son necesarios ambos tipos de libertad. Estas dos libertades se interrelacionan. No es posible la libertad social sin la libertad espiritual
Para que nosotros construyamos un ideal y una sociedad humana es necesario que no vamos a los extremos y que obtengamos ambos tipos de libertad. Por lo tanto, en la ideología y el pensamiento religioso, ni es permitida la libertad absoluta ni se está obligado a aceptar todas las condiciones externas de un gobierno injusto. De aquí que el Islam es un concepto de libertad social pero muy diferente de lo que se entiende en occidente.
Los Profetas vinieron para construir el mundo pero lo miran bajo la luz de la otra vida. Con este concepto, el mundo actual es como un campo de cultivo para la vida próxima, en la cual construimos con nuestras acciones la vida futura. Los profetas vinieron para enseñarle a la gente como vivir y lograr el éxito en la otra vida.
La religión tiene una perspectiva con respecto a lo económico, político y el desarrollo social. No ha relegado estos aspectos a los intelectuales de la sociedad. La religión que se proclame la universalidad y abarque a todos los seres humanos debe, por su propia lógica, poseer una visión abarcadora acerca de su desarrollo. Por lo tanto, comprender la religión es una prioridad. Por su puesto es difícil. La religión tiene algunas dimensiones, una de las cuales yace dentro del alma humana. Las otras dos están fuera de esta. Éstas reposan en el Corán y en la noble descendencia del Profeta (P). La dimensión interna de la religión es el poder del intelecto y la naturaleza innata del ser humano; estas dos son llamadas “pruebas o evidencias” de la religión. Algo que entiende claramente la razón como real también es aprobado por la ley religiosa. Porque esta religión es una combinación entre la razón y la tradición.
Debido a que el eje de todos los asuntos es Dios, y porque es Él quien crea todo y en Sus manos están el éxito y la derrota, por lo tanto, todos los aspectos de la vida del hombre deben reflejar Sus órdenes, ya sea en lo económico o en otro campo. En lo ético y los asuntos culturales, el Islam convoca a la justicia y prohíbe pisotear los derechos de los demás. Desde otra perspectiva, exhorta a la gente a aprender y enseñar a otros, así como a aplicar el conocimiento correctamente. No existe un buen principio ético al que no nos haya convocado la religión y lo haya hecho obligatorio.
La religión del Islam es global. Esta religión dice que puedes vivir pacíficamente con aquellos no desafían ni niegan la religión. No prohíbe vivir en paz con aquellos que no quieren combatir contigo, o derrocar el gobierno religioso o quieren expulsarlos de sus hogares.[8]
El progreso puede ser bueno o malo. El mal progreso es un desperdicio y vida de lujo. El Corán considera que todas esas cosas son nocivas. Reprende a aquellos que desperdician las bendiciones de Al-lah (S.W.T). Con respecto a aquellos que solamente piensan en su éxito personal, dice:
“…Otros, en cambio, preocupados tan sólo por su suerte…”[9]
También, amonesta a quienes amasan riquezas:
“…Y comen como come el ganado…”[10]
“Y aquellos que acumulan el oro y la plata y no gastan en la causa de Al-lah, adviérteles un castigo doloroso”.[11]
El buen progreso es trabajar duro y satisfacerse con poco. Desde esta concepción, si el hombre se esfuerza por sus necesidades y por las necesidades de la sociedad, este esfuerzo puede ser llamado Kauzar (Abundancia).
 

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